Bariloche 2-11-2003 fuente wikipedia

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jueves, 28 de junio de 2012

"La protegida"


Amigas y amigos visitantes la discontinuidad en mis escritos se debió a problemas de salud entre otras cosas. Hoy retomo la pluma con un relato que dedico a Maria Saez y Diana Profilio. Ellas cosechan premios y distinciones en poesía la primera y en poesía relatos y cuentos la segunda. Ambas me honran con su amistad, además de darme empuje y contagiarme su magia y alegría. Espero les guste  y lo comenten. Las críticas constructivas serán bienvenidas. ¡Gracias!


Contempló su trabajo terminado exhalando un suspiro de satisfacción, su jefe se pondría muy feliz al verlo horas más tarde–pensó. Representaría seguramente un nuevo e importante cliente para la empresa de arquitectos en la que trabajaba. Se hallaba sola en el estudio, terminaba de  ponerse su tapado negro cuando se cortó la energía eléctrica. ¡Caramba! – Dijo… al instante se prendieron las luces de emergencia. Miró por la ventana del cuarto  piso hacia el exterior,  el parque de enfrente  se veía sumido en una total e inquietante oscuridad. ¡Qué mala suerte! – pensó…-  Ni luna hay, ¡tengo cartón lleno hoy! Miró la hora, eran las tres de la madrugada, no había tomado conciencia del tiempo en su entusiasmo por terminar la maqueta. Al instante descendió por las escaleras piso a piso y atravesó el hall principal. Cruzó la puerta de salida, bajando por los tres escalones de mármol blanco hasta llegar a la vereda. Un viento helado la recibió, revoloteó sus negros cabellos y la hizo tiritar, se subió el cuello del tapado para abrigarse mejor,  luego miró hacia ambos lados, todo se veía desierto, ni gente, ni taxis, ni luz, que era lo que más le inquietaba. Con una mueca de fastidio comenzó a cruzar la calle, luego haría lo mismo con el inmenso parque, sobreponiéndose al temor que le causaba. En medio del silencio solo se escuchaba el tac, tac, de sus tacos altos. 

¿Porqué no habré traído mi reproductor MP4?... tendría menos miedo escuchando música - se dijo para si. -Adentrada ya en el parque,  aceleró sus pasos por los caminos de blanca conchilla que siempre le recordaba el mar. Debía llegar a la estación del tren que quedaba a la salida del lugar.  Pensaba en lo mucho que le gustaba  ese entorno durante el día, con árboles y plantas de hermosos colores y formas, mientras que en ese momento, entre la oscuridad y la niebla cada vez más y más densa, le creaba dudas entre seguir o volver, pero ya estaba jugada y siguió. Llevaba una falda corta por encima de la rodilla, a la mañana cuando salió de su casa pensaba volver como siempre a las siete de la tarde, de lo contrario se hubiera puesto un jean, y hasta calzas de lana previendo la helada nocturna. Siguió adentrándose, pronto no alcanzó  a ver más allá de cinco metros de distancia, algo salto frente a ella. ¡¡Ay!! Gritó, era un sapo enorme, les tenía miedo a los sapos desde niña en que pisó  uno,  y su hermano sabía correrla con alguno en la mano asustándola. Continuó caminando, notó que había llegado al centro del parque, sus pies reconocieron las lajas que rodeaban el monumento histórico. Falta menos, respiró aliviada, avanzaba mirando hacia el piso y hacia el frente, de pronto se quedó paralizada, sus pupilas se  dilataron y su corazón se aceleró, adelante, a su derecha percibió una luz que se apagó al instante, le pareció la llama de un encendedor. 

Comenzó a decir en voz baja como en un rezo repetido, madrecita mía protégeme por favor, nunca más volveré a exponerme así. Apeló a toda su fe y siguió avanzando presurosa, escuchó el ruido de un tren en la cercanía. Una voz gruesa en la oscuridad le dio el susto de su vida ¿Adónde vas muñeca?   Antes que pudiera gritar una mano huesuda la tomó de uno de sus brazos, la figura de un hombre que le pareció un gigante se paró frente a ella,  el olor a alcohol que despedía le produjo nauseas. ¡Suélteme cerdo asqueroso! – vociferó. Se sintió perdida por segundos, un viento arremolinado sopló con inesperada fuerza, en ese instante todo comenzó a darle vuelta, como tomada por un tornado, sus pies se separaron unos centímetros del suelo. Escuchó un ¡Crac! Una gruesa rama de árbol se quebró cayendo sobre el atacante que se desplomó sobre el piso. Tras el suceso, el viento cesó…como obedeciendo mandatos. Ella se quitó los zapatos, con ellos en la mano echo a correr como en las maratones que sabía hacer una vez por mes. La niebla se abría a su paso permitiéndole ver el sendero, le parecía estar viviendo algo de ciencia ficción o fantasía. Llegó a la vereda del otro lado del parque, allí se colocó  los zapatos, cruzó la calle ingresando a la estación, en dos minutos pasaba del andén al tren. Tomó asiento, cerró los ojos, no pudo evitar que unas lágrimas le brotaran, le fue de catarsis, en cuarenta y cinco minutos llegaría a su casa. Ansiaba llegar, darse una ducha caliente, y acostarse para dormir y dormir.  Luego sonrió  al pensar que ese día no iría a trabajar ¡demasiado le había dedicado a la empresa! No se que es, pero siempre me ayuda cuando me ve en peligro, tal vez sea mi ángel de la guarda o la madre naturaleza que me protegen – comentó en voz baja mientras sostenía una medallita en sus manos.  

Si pasas por aquí, agradezco tu visita no soy escritor, tan solo escribo aquello que me viene en mente, cuanto más lo haga, lea, observe y aprenda mejor lo haré. Te saludo.